Rojo atareado
del ritmo pseudonimo
se piensa sin cualidad
en un carrusel sin jinetes.
Rojo mudo
desprecio atado con llaves
sabiduría sin regocijo que no utiliza los ojos,
se pierde los acrosticos que el sepulturero buscaba.
Rojo sutil
sin prendas ni pudor
serpiente lisa que retuerce
el cuello donde se respira sed.
Rojo final
ceguera impulsada por mil recurrentes ideas cargadas.
Hasta el profundo laureleado donde estima los amarillos canarios del sur, se sorprende y entona entre miles de gritos un hueco de desentendimiento, abre la amapola con los ojos cerrados e intenta destruir el destino de todos los guerreros de Atoms, revela, en su absoluto, una paciencia absoluta regida por el emperador. De noche no hay té que lo calme, los vampiros son su gran temor.
En el viento suelta sus falanges delicadas y desquicia al camino perdido
irrumpe la idea de un pasado, de uno soñado con la falsa y elegante faceta
soy testigo de su sonrisa inconsciente, de su cruce entre cosmovisiones
puedo ser jaula, la contradicción viaja de noche, lastima faunas y floras
y me consume, en su intento de verse real, me aflige con su invitación
solo queda en la mesa color veneno, cerca del retrato de su día favorito
Un libro marcado, un algodón.
- soy un niño contradictorio que refleja cosas.
- disfruto lo que nadie lee en el momento en que leemos otras cosas.
- idealizo y degusto la belleza de las cosas
- y tengo frio y sufro a la noche.
- pero de dia veo todo lindo y monotono
- a veces, si pones cosas en mis manos las destruyo."I'm going to kill myself tomorrow"
Como si lucieran un vestido roto mis palabras tropiezan. ¿Qué viveza alumbra la sulfurica muestra de noche, de vicio y correspondencias? ¿Que lustro ha pasado desde que he muerto y he visto la idea inicial? La he visto, la he tocado, la he imaginado y no he podido resisitir. Quiza sigo vivo en esa cabaña en la montaña, quiza sigo charlando con la causa inicial, con el tiempo y el topos. ¿Pero por que mi mano existe para escribir? ¿Por que pueden las palabras ser reflejos de algo?
Abre los ojos querida Ofelia, se el ministro de mis idealizaciones. Cree en lo que te digo sin preguntar porqués.
Hoy he visto como una señora barajaba las cartas en el almacen de Distrés. Sin usar los ojos ni sus manos ella abarajaba los aces, las picas, los treboles. Ella abajaraba sin pensar en su viudez, ni en el automatismo de la espera de su orden. Abarajaba sin temer por la muerte de sus padres ya fallecidos, sin temer su propio fin, sin pensar su creacion, ni su existencia, ni su tiempo, ni su meta. Abarajaba por inercia, por sed, por lujuria.
El dueño de los ojos grises le llamó la atención.
— ¿Te gusta esa chica?.
— Me gusta, ¿que tiene de malo?
— Nada, nada. Por que es un problema no depender de la ilusión, sin embargo a veces te puede doler. Alguna noche te va a despertar con un café y mirando para abajo, moviendo los pies, intentando decirte algo.
— ¿Qué me va a querer decir?
— No lo se, ella no te busca, pero piensa en vos como en un valioso lemon pie en una tierna mañana de Saturno, a vos te abre los ojos con diamantes decididos, con lamentos valiosos y rompe con los estatutos. No es amor, no es ni odio ni sentimiento, es una condición eterna. Esa atracción que simboliza el tiempo, la ideal estructura.
— Vos no sabes lo que siento.
— Lo único que se es que las atracciones tienen una expectación, que un día se va a quebrar en tantas partecitas y no vas a saber como lidiar con tu vida, vas a terminar con las manos llenas de pulpa y semillas. Pero me tenés que entender algo Emiliano, el olor a limón uno no se lo saca más de las manos.