A mi me gusta la gente simple. A ver, sé simple.

Su mano cansada, danzaba en los brazos del sillón. La maquina de escribir estaba falleciendo y Kafka miraba el triste escenario desde un cuadro, frente a un espejo largo y un puro, ubicado en la mesa de madera, penetraba con su humo el aire dando razón a la idea de marfil que irradiaba en la mente de Sauer esa noche.

Un viaje no es proeza si el destino es conocido. El tiempo es un viaje que no tiene limites. Recorrió la casa, pensó con rapidez y al cruzar el umbral que separaba el living de su habitación giro su reloj un cuarto de hora hacia adelante.

Su boca se resecó, se sintió débil y cayo lentamente al suelo. Miraba hastiado la luz en el cielo razo, el silencio estaba quebrado por un tictac, su reloj le agujereaba las entrañas. Sintió pasos, intento sentarse y se vio; sentado frente a el, un otro inclinado. Solo dijo tres palabras: "Vengo en reemplazo".

Lo miré bien, tenia sus manos entintadas. Me levanté, gire el reloj unas diez horas y me despedí por ultima vez de Kafka.