Talentos al Azar.



«Era una especie de edificio parecido a un anfiteatro, tenía grietas. Seguro que era un edificio alto, porque era mucho más alto que los cipreses y que los hombres, y yo pensaba que si yo tuviera una lupa, si yo tuviera mejor vista, yo podría ver al Minotauro adentro, entonces he tenido esa visión del laberinto. Pero más es un símbolo de estar perplejo, de estar perdido en la vida. Y yo me siento muchas veces perplejo, es decir que yo diré que mi estado continuo es un estado de asombro, ahora estoy asombrado de estar grabando aquí, de estar conversando con usted. En el laberinto hay algo muy curioso, porque la idea de perderse no es rara, pero la idea de un edificio construido para que la gente se pierda, es una idea rara. La idea de construir un edificio de una arquitectura cuyo fin sea que se pierda la gente o que se pierda el lector, es una idea rara, por eso sigo siempre volviendo al laberinto.

En mis cuentos hay muchas formas de laberinto. Hay por ejemplo, laberintos en el espacio y laberintos en el tiempo también. Hay un cuento mío, titulado creo El jardín de los senderos que se bifurcan, en el cual se habla de un laberinto perdido. Esa idea de un laberinto perdido es algo mágico, porque un laberinto es un lugar en el que uno se pierde y no un lugar que se pierde. Por eso la idea de un laberinto que se pierde es doblemente mágica ».