un jueves de septiembre


―A que te referís con que todo esta escrito? Creo en el destino, pero lo creo más como un camino a crear, con sorpresas y barcos encallados. Estos barcos llenos de gente nueva, con sus propios problemas que se juntan en un transporte marítimo a contarse uno a otros sus vidas y a pedir permiso y por favor. Ese destino que todos ven como una linea ya trazada que nosotros de cualquier modo seguimos no existe. El destino es un ramo de flores, podés tomarlo o tirarlo a la basura, podés poner las flores en agua y tirar el papel o podés simplemente dejarlo en la mesa, donde el aire le dará muerte o el agua de lluvia resucitará. Entonces, ¿Comprendes el gran ramo de flores que te estoy tratando de regalar?.―Dijo Claudio frente a Beatriz Morls un Jueves de Septiembre.

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A la misma hora, el vagón del tren en el que viajaba Derline, sufría un apagón. Este se asusto mucho en el momento y apretó su bolso, sufrió el silencio y exhalo fuerte. Su acompañante que tenia pinta de comerciante, le dijo que lo veía pálido y le ofreció una manzana. Él acepto y la rebano en cuatro cortes, mientras la saboreaba pensó en Beatriz, en sus noches sin ella y en como de ese viaje en adelante la extrañaría eternamente.

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Entre tanto, un Derline diferente tomaba otro tren, caminaba hacia la casa de Beatriz por callejones oscuros y silbaba tangos antiquísimos. La noche lo acompañaba con ladridos de perros mojados, una leve llovizna y un cielo que disimulaba una luna anaranjada. Vio a Carlos salir de lo de Beatriz, apuro el paso. Lo llamo en una esquina y con su revolver le dio fin.

A veces partes de nosotros temen a hacer algunas cosas, pero nuestros otros yo no.

¿Te gustaría un ramo de flores? ¿Uno que te cambiara la vida?

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En la antigua casa de Derline estaba otra Beatriz, junto a el mismo Derline, abrazados y amándose, tras las múltiples ramas que devasto el destino.