Lara

Cada perfecto segundo es una espina, en una rosa que se cae de la mesa manchando el vestido de gala, luciendo como estampillas en una carta quemada. Cada ilusión se esfuma, como cada delirio que entierras en tu cama de primavera, como una cuna que no logra contenerse. Cada esperanza mal abotonada, me transforma en un pequeño hilo a cortar. Cada luna pintada de negro, cada sol que avanza a conquistarme. Cada peligro que pervierte, me imaginaba muerto entre miles de lujuriosos ojos. Que luego gritan por lo que les han hecho, luego de morir a sus manos. Y sin embargo, en mis dedos se dibujan utopías. Creo que puedo entender porque me dejas en la lluvia, escapando de mí.

Mira como los minutos pasan como encendidos por un fósforo mientras espero que no me cuentes como lo haces, perdería esa magia; una nube donde podemos caminar, bailar, pero cuando jugamos con las luces soy más feliz y es cuando estoy más solo, ¿No es Lara tan pálida que parece muerta? —Lara esta muerta —escribo en la maquina de escribir, doy un renglón, me restrinjo y escribo: —Lara, es la luna ensombrecida por una noche sin estrellas— un lugar, ella que no sabe quien soy.

Me deslizo por una ventana que no se debe abrir, por un sonido que no se debe escuchar. Tomo su palma, dormida esta y en sus ojos sus parpados, en su mesa de luz un par de anteojos y con mi fibron transcribo:


Lara esta muerta.

Lara, es la luna ensombrecida por una noche sin estrellas.

Viendo su piel he visto el mar

Y no comprendo sus ojos, no ven cuando miran.

No escucha la dulce voz del espejo quebrándose

El beso más intimo del frío

Puede darse al vacío y volver intacto

Y al verla pálida, muerta, que amor no correspondido.