Deslumbré los
hallazgos que ese mismo día hizo; tuviera que reír o
llorar, mantendría esos días en su mente durante
los próximos cuatro años, hasta que una tarde febril de enero, al
intentar registrar su memoria, no supo más que entender
que había olvidado lección tan
importante, así como había olvidado el
error súbito que había cometido hace siete
años, así como olvido la voz de su madre, el tono de voz de su padre,
el rostro de sus abuelos, la canción de cuna y el color de su
manta, así como olvido su primer amor, su ultimo suspiro y, con su
mano abierta bajo la luna de otoño, intento una vez más visitar el faro, donde
se haya exquisita solución para penetrar en la más clara respuesta
que es el aire súbito.
mi absoluto no se encuentra en este mundo.
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