Llovizna tímidamente
y tu ceguera, frente a mi,
me permite desentrañar tu mano
como una aurora blanca que no
teme ser delicada
Miras en rededor inquieta y no
permites que te siga
caprichosa y sonriente, eres
sola compañía
de mis ojos, de mi mente
de mi alma, calma y fría.
Publicar un comentario