Un ojo en la boca del ser.

Me dijo una vez susana que se sentía autobiográfica, lo dijo invaluable entre los sacos tejidos a mano. Y yo no soy un obrero trabajador para saber que su abuela suspira haciéndolos y ella no los usa. Me molesta que de pronto alguien te trate mal sin ninguna razón como me molesta que alguien que si vale la pena se menosprecie. Cada mujer que conozco es un libro que me encantaría leer, hasta la más podrida tiene un poco de aliteracion en la sangre. Aunque nunca salgo adoro un buen árbol, una buena sombra y una mujer llorando.

Adoro estropear las cosas, sea con mis manos, sea con mi inmadurez, sea con todas las ganas de ver su cara perdiendo, sea viéndola crecer, sea viéndola morir frente a mi; siempre un milagro en las pestañas de un anillo saturneano.

Y los viajes imposibles suelen ser soñados por cada fantasma, no hay ninguna que se niegue, pero no todas quedan adormecidas, algunas son mucho mejores de lo que seré.

Y si hay una paloma la miro, y si un cuervo se sienta a mi lado le sonrío, y si una luna se divierte conmigo, todo es lindo y si un día me falla y se va, todo es gris, y cuando es gris es seguro, y cuando hay sol el peligro me enmudece, y cuando pienso algo sobre ella, sin duda es verdad, y cuando pienso lo peor, lo peor sucede.

Así como si tiene algo que ser, lo es. Si pienso que me amará, me amará.

Mi cuerpo, inmanipula lo que siento
trato de atarlo con mis manos y temblores
como las piernas al ballet.

Y a veces se piensa como destruir a los demás.