Era de noche, lo se por el sonido de los grillos que aturdían el silencio. Tenía un pucho en una mano y una copa vacía en la otra. Estaba acostado en el pasto del patio y mi novia no dejaba de mandarme mensajes. La casa estaba vacía y no parecía dejarme entrar. Sin embargo, salte la puerta del jardín y ahí estaba, entre el rocío y el frío. La luna, me espiaba lentamente y solo un par de nubes me encubrían. No recuerdo que anoche me hayan avisado de alguna salida, tampoco recibí algún mensaje que me alertara de algo. Creo que olvidaron de decírmelo esta vez.
Publicar un comentario