No existen metáforas posibles, ella es mi dama. No se en que mundo me he metido con ella, pero es fragil y hermoso, las ventanas se tornan humedas. No hay momentos en el que no sepamos cuanto uno se quiere con el otro, que no toque su pelo, que no nos mimemos. Déjame disfrutarla un poco más, déjame verla por siempre en mis sueños y en su casa, en su cuarto y en sus sueños, déjame traerla a casa, déjame conocerla más. Supongo que solo le deberé preguntar en un momento ya fabricado. *se despierta en un cuarto solo.
Despierto en un olor familiar, ella se ha ido a la escuela. En la mesita de luz hay una nota que dice: "señor, lo quiero mucho. Volveré pronto." Me recuesto nuevamente y me zambullo en esa felicidad inmediata, de tenerla cerca mio. A veces tengo problemas con contenerme, ella me encanta.
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Mis ojos taladran en todo, que desvanecimiento fortuito. Que cuarto atemporal, que limbo sucio e indeseable. Buenas tardes, lector lejano. ¿No es maravillosa la mañana? El sol y sus nubes blancas, que vibran incluso en los más oscuros mundos. Perdóname, colectivos avanzan sin motivos, concientes, tu cama flota con mi perfume de un ayer. Las cartas guardadas en el cajón, incendialas. Sufro una ironía querida, mi mundo cae lentamente en tus pies, al verte tomar mi mano, tengo frío, frío de verme solo, ansias de que tus ojos sean eternos o tus guantes detengan mi pecho, pero todo esto me asesina, me muestra una linda noche estrellada y me devuelve a una mañana gris, no horrible, pero solitaria y lamentable.
Solo necesito tu boca, que responda lo que digo con mis manos. Llueve, graniza, ruido de avión, miramos arriba, pierdo el frío. -tengo miedo- Bancos de plaza, pastos azules. ¿Que pensas? La mesa del café tiene un diario de ayer. Las medialunas, sin las medialunas nada de esto hubiera sucedido. El Café Atenas, quedaba en Rivadavia y Salta. —Emi— me dijo un amigo una tarde —necesitas una novia— Era obvio, pero lo dijo en un momento en el que pregunte porqué. Ahora se porque.
—Necesito hablar ahora sobre algo querida—
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