Exactitud.


William es una mujer derivada de mis deseos, verán, si no la deseara se llamaría como cualquier otra, la llamaría Rosa o María, pero ni bien veo sus labios surgen nombres que necesitan ser consumidos, voces que necesitan ser consumidas. El problema con ella es que tiende a no ser real y, aunque parte de su encanto, me gustaría poder abrazarla.
El morral atado a la silla adornada con un paño verde, se rasca el cuello eternamente como un jugueteo seductor, no quiero buscarla, no quiero tratar de entender que es lo que sigue sucediendo una y otra vez, quiero caer, perder y desilusionarme. Prefiero esta sucia soledad a ver como vuelven a caer mis sueños.