Curiosa es la primera vez que vi a Eva. estuviera sonriendo en noches desencajadas; hasta la más fría de las velas del azar, donde su rostro se alucina por primera vez. Allí, ninguno hubiera sospechado enfermedad, hubiera detenido seis dados de saberlo. Alas que se baten cerca de lóbulos de oído, luz de sol fragmentando a piel del suelo, ojos color rojo odio y seriedad taciturna. Eva ruje frente a espejos, se tiñe mechones de miel, puede obtener lo que quiera a costo de su sangre. Puede entender de que se tratan las ásperas tazas de té que he bebido, guarda parecidos con embarcaciones anteriores. Podría susurrarme al oido el resto del libro de embrujos, prohibida está su sonrisa bajo el manto de tres ancianas. Carne perfecta al costo de miles de anteriores paranoias. Has entrado en una jaula, cuyo candado de silicio permanecerá así, sin reaccion hasta que actúes. Eva no sabe que existo, sus tres abuelas fueron oráculos de Macbeth, ella será una futura Irene, querrá mi sangre, pero odiará mi empeño en sus ojos. Al mismo tiempo que su silencio encantador me atrae, su sonrisa me revela preguntas hechas por un niño enamoradizo y patetico. ¿Qué pasaria si ella tambien estuviera sufriendo mis dudas?. Musculosa que deja entrever lunares, lluvia se muestra débil bajo una mueca por la mañana que eleva su silencio a la espera del fin del mundo.
Quedé a solas con una de las brujas; me refirió a Eva como una niña llamada ***, me prohibió su ambición y su tacto, ella misma evito su despertar.
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