La mutacion de los cencerros.

Pongamoslo asi: uno tiene una vision que intenta describir el horror de las noches de luna gris. Otro, aislado del  asunto descubre como las brujas mutan cuando no las fijan con los iris. Y asi, como tercer paso hacia la inmensidad, tu boca sueña con unos ojos azules y párrafos citados de un diccionario de blasfemias.

Lo que prosigue, atrae al demonio.

 Es verdad que la primera vez que se lo ve no se tiene conocimiento sobre él. simplemente se tiene una precaria data de su pasado, aparentemente imaginaria, se vislumbra su sombra desde el principio hasta pi por radio al cuadrado. Por muy detras la gente vive condicionando las ideas desnudas, y si a su lado me siento tan calido, quiero su alma en un tarrito de dulce de leche. Pero las brujas cambian, el tiempo las corroe como acido a las sonrisas de las niñas del orfanato. Y adentro nuestro vive una niña siniestra, que intenta destruir su castillo de arena a rienda suelta, intenta una y otra vez abarrotar nuestras manos de desmoralidad hasta cometer el error de recordar nuestros demonios, o refregarnos la idea de que no podemos con nosotros mismos.

Los trenes, madame, buscan descentrarnos de nuestra época, adentrarnos en un sonido opaco que solo ayuda a pensar en postulados agrios, en la lluvia en domingo, poco a poco nos deprime, hasta que viene a mi el recuerdo, ese que todos ocultamos con intensidad..

Y si nos alejamos lo suficiente, el cielo sucumbe en una nueva boca, quiza repetida, que por más que nos intente manipular cedemos, y por más arruinada, suspiro. Lentamente el cuerpo acepta que nada se puede hacer, un te quiero basta para que ella, forjada a polvora y nudos de plata, nos llene de endorfinas amarillas y olor a hojas de cedron. No importa que despues entre a un bar, y con el miembro de un caballero en la boca, le tiemblen las piernas intoxicadas.

El amor es arte, que debe enfermar los lobulos y apagarlos uno por uno, hasta que lo unico que realmente comprendamos, sea que cuando nos alejemos de aquel sol, la vida no valga absolutamente nada.

Entonces, ese sinvalor existe de una unica forma mecanizada en la cual solo se espera volver algun dia; penetrar ese estado alucinogeno, de no creer en el tiempo ni en los sueños, asi como la ceguera de perder las sombras y las ganas de huir.


¿Y que sobrevive de tanta retrospectiva? un hilo que nunca se va a cortar por más cargado de gritos que este. Pero otros hilos se anulan, otros no merecen tanto vaiven, ni soliloquio. Algunos hilos hay que cortarlos y otros alimentarlos hasta que cierta noche se recompensen solos.

Esa noche es la más linda, lejos de toda visión onirica, lejos de toda armonia soñada, esa noche uno puede morir de forma paradójica. Porque cuando uno muere en un paraiso, luego no se puede ingresar en ningun otro sitio.